Herencias de una puérpera

O cómo reconocer a una recién estrenada mamá en cinco sencillos pasos.

1. La puérpera (palabro horroroso, por cierto) se distingue por unas sombras violáceas en la parte inferior del ojo cual oso panda trasnochado. Si, para más inri (qué católica-apostólica-romana me ha salido), la susodicha es autónoma, el color de las comúnmente llamadas ojeras se intensifica.

2. En noches de baby fiesta y tras varios «bailes agarraos» con el bebé, entonando desde Duérmete Niño hasta Booooooomba de King África (oye, una desesperada prueba con todo), el despertar está protagonizado por unas venillas rojizas e incandescentes que adornan el blanco de los ojos cual malo malvado de dibujito animado.

3. Las uñas de una puérpera están sin pintar o, si ha tenido la suerte de pintárselas sin que se despierte en media sesión de belleza in house, las tendrá descascarilladas y roídas.

4. Una puérpera se identifica rápidamente por el olor, intensificado sobre todo en unos de sus hombros, según donde tenga a bien el señor o señora bebé expulsar sus gases de la sobremesa. El olor es una mezcla entre queso fresco abierto durante cuatro días y leche de chivito.

5. Una puérpera desarrolla el sentido del oído hasta límites perrunos. Una está entrenada para distinguir el llanto de su bebé entre cienes de berridos, oír a cientos de metros si se quitó la sábana, si soltó el chupe, si bostezó o el pestañeo de sus ojos despiertos.

Y esto, amigas, «es asín».

Momentazos de madre

O la imposibilidad de racionar las babas

Ni recién nacida fue un bebé. La matrona nos dijo que era la primera vez que veía nacer una niña que venía con los ojos abiertos antes de salir por completo de mi cuerpo. Cuando la alzamos en brazos por primera vez sostenía la cabecita ella sola, algo así como uno de esos cabezones de verbena de pueblo. Además no era una pepona calvita. Pesó 3,500 Kg, midió 52 cm y su cabeza estaba cubierta con un frondoso pelo negro azabache adornado con unas patillas pantojiles que pa qué. Por todo esto, nunca la sentimos bebé indefenso. Nos robaron esa etapa.

Por suerte somos unos padres de estilo relajado (porque hay mil tipos de padre y esto da para otro post). No nos alarmamos demasiado e intentamos buscar la lógica al asunto antes de echarnos las manos a la cabeza. Sentido común, lo llaman. No sé si por esto o por la personalidad de Lola, pero es una niña que se asusta poco, que le sonríe a todo el mundo y que se queja, llora y se manifiesta sólo cuando necesita algo: ya sea comida, que le cambien, agua, sueño, brazos, mimos o juego.

Todo este parrafazo es para contaros que gracias a mi parón blogil he podido calmarme, prestarle más atención a la pequeña y hacer algo que no había tenido la ocasión de hacer hasta ahora. La primera sesión de fotos «pro» de Lola. Como ya sabéis, y si no os lo cuento, soy fotógrafa aunque no ejerza desgraciadamente y lo de en casa del herrero cuchillo de palo ya me estaba empezando a poner nerviosa y triste. Aquí un trocito: Lola-Malanga-01

Lola-Malanga-02Fue precioso. Muy bonito coger después de meses mi cámara y mirar a Lola a través de ella. Y descubrí nuevos gestos, descubrí que ya aguantaba unos segundos sentada solita, descubrí que mi bebé que nunca fue bebé es aún menos bebé de lo que yo pensaba, que parezco dramática pero se está haciendo grande y duele, escuece, da tristeza y a la vez alegría con cada nuevo pequeño gran aprendizaje. Ya come cereales, pega puñetazos, despierta a su papá por las mañanas, se emboba con Peppa Pig y se destapa cuando tiene calor.

Lola, mi bebé que nunca lo fue.

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Lavando el traje de Superwoman

Y hasta aquí llegué.
Llevo cuatro meses y medio (justo la edad que tiene Lola) llevando un ritmo que tarde o temprano me llevaría a la locura y en el borde del abismo me hallo. Sí, todas somos invencibles. Trabajo, familia, pareja, casa, ocio, amigos y 24h de guardaespaldas de un bebé es demasiado hasta para una superwoman. Por eso he decidido colgar el antifaz y la capa, lavarlos (¿lavarán los superhéroes sus uniformes?) y ponérmelos cada vez que me apetezca. Así será más divertido y más gratificante, al menos para mí.

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Lo que quiero decir con este parrafón es que no me tomo vacaciones ni nada por el estilo, pero voy a tomarme las cosas con más relajo empezando por el blog. No quiero que mi paso por aquí sea una obligación y acabar publicando lo que sea con tal de publicar. No os lo merecéis. Así que las entradas dejan de ser diarias y los posts llegarán de sorpresa, cuando me apetezca, pueda y tenga algo interesante que compartir con vosotros.

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Esos mofletes bien se merecen una madre sana mentalmente y con menos ojeras, ¿no creéis? 🙂

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Cesta útil para una embarazada novata

Poco a poco una se va haciendo experta en temas barriguiles. Hay mil cosas que una no sabe cuando se queda embarazada. Son nueve meses de cambios y de constante aprendizaje. Después de lo vivido y ya con la barriga desinflada y una niña en siete sueños junto a mí, estoy en disposición de imaginar una cesta de cosas indispensables para una futura mamá. Así que si vas a ser mamá o quieres regalar algo original y útil, anota lo que debe incluir tu cesta:

Empezamos por los primeros meses. Unos meses de naúseas, malestar y adaptación del cuerpo a lo que se avecina. Pues bien, tres cositas que me sirvieron para aliviar ese «asco» a todo: Ginger Ale, Galletitas tipo Cracker como las Tuc y regaliz. Estas tres cositas te ayudarán a reducir el malestar y sentirte mejor.

Cesta útilLos imprescindibles en la cesta son los de aquí abajo. Para ejercitar el perineo o periné es indispensable hacer los ejercicios de Kegel (búscalos en google), hacerte masajes con aceite de rosa mosqueta o usar unas bolas chinas. Sí, sí. Para las curiosas, ésta es una excusa perfecta para comprarse unas.
Un súper imprescindible y lo voy a poner en negrita y subrayado es el ácido fólico. Realmente deberías haber empezado a tomar ácido fólico en cuanto os animásteis a tener un hijo pero si no lo has hecho, no pierdas ni un día más.
Y, por último, el aceite de almendras dulces para hidratar y mantener la tripita con 0 estrías.

Cesta útil

Un par de cositas que seguro no habéis imaginado pero que os salvarán de un momento chungo más de una vez. Un abanico, no se sabe cuando van a atacar los calores y se pasa fatal con el sofoco. Y, ¡una copia de las llaves de casa! ¿Cómorr? Sí, sí. La mente se dispersa, una se vuelve despistada y es capaz de guardar las llaves en el congelador y encontrarlas tres meses después junto a los san jacobos.

Cesta ÚtilY, como colofón final al embarazo, cuatro pequeños placeres que os sentarán requetebien: un masajito y un baño de lavanda. Los meses que vienen serán de mucho cansancio, estrés y el ánimo sobre una montaña rusa. Así que aprovecha para coger aire y mentalizarte de los cambios.

Cesta útilSal. Ve con tu pareja al cine o regálate una buena cena con la mejor compañía. Son dos de las cosillas que tardarás en volver a hacer con normalidad.

Cesta útil

Por último, y esto es un ayudón para los familiares y amigos, dos series de detallitos que harán sentir mejor a la nueva mamá después del parto.

Con la primera visita, llevarle sushi o jamón. Dos de los productos prohibidos en casi todos los embarazos. Basta que te lo prohiban para que te mueras por un bocadito. Y el segundo detalle, y este me parece el más importante y valioso de todo el post, es prepararle una pila de tuppers con sus platos preferidos. Si algo le falta a una mamá novata es tiempo y agradecerá en el alma una comida rica a golpe de microondas.

Cesta útil

Y la otra, y última, serie de detallitos postparto no son materiales. Anima a tu amiga a darse una ducha laaaarga mientras tu te haces cargo del bebé. Hazle su cama, friega los platos o recoge todos los pañales que tiene desperdigados por la casa. Parece una tontería pero no lo hace porque no tiene tiempo. Y, por último, y muy importante. Escúchala y habla sin juzgar, sin consejos. Entiéndela. Ser mamá no es facil y no lo sabrás hasta que llegue el día.

cesta útilTodas las fotos las he visto en Pinterest

¿Qué os ha parecido? ¿Me dejo alguna otra cosa necesaria? Mamás,pedid por esa boquita, ¿qué agradeceríais que hicieran por vosotras de vez en cuando?

¡Feliz día!

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5 cosas que inevitablemente ocurrirán cuando des a luz

Ocurrirán y nadie ni nada podrán impedirlo:

– La mujer invisible. Es cruzar la puerta de casa y, como por arte de magia, volverte invisible. A partir de ese día, cualquier ser humano que llegue te ignorará por completo y, así tengas ojeras o estés moribunda, y con codazo incluído, correrá cual galgo por el pasillo hasta la cuna del recién llegado, sin preguntarte qué tal estás por cortesía ni mirarte siquiera a la cara.

– La casa de las gasas voladoras. Mi tía me dijo «niña, compra gasas, que eso nunca sobra» y me fui a IKEA  y compré gasas como si los mayas hubieran acertado con la cosa del fin del mundo. Mi tía tenía razón, la niña se pasa el día «echando» leche en pequeñas dosis y encuentro gasas en los lugares más insospechados: enganchada en un flexo, en cada recobeco del sofá, dentro de la nevera (esto es verídico) o en el botellero junto a todas esas botellas que durante un año no he podido catar.

B_Id_357546_Soren_Bidstrup2nd premio WPP en la categoría "Vida cotidiana"

– La noche no es cuando se esconde el sol.  Descubrirás que la hora de dormir no la marcarán ni el reloj ni la luna, la marcará ese bichito todopoderoso que acaba de llegar a tu vida y al que suplicarás, con los ojos ensangrentados de cansancio, una tregua en más de una ocasión.

– La ducha, divino tesoro. Este será tu momento zen. El agua calentita cayéndote por la espalda y el sonido de una cascada te adormece los oídos sin poder escuchar si el bebé llora o se queja. Orgásmico.

– Limpieza: casa patas arriba (esto parece un atraco). Tu casa será lo más parecido a Zara en rebajas. Nunca más verás tu casa impecable como, de vez en cuando, la tenías. Si algún día consigues limpiarla a conciencia, ésta permanecerá así quince minutos a lo sumo. Clínicamente testado.

Ánimo mamás 😉

Feliz día!

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10 Confesiones de una Mala Madre

Hace unos días en el blog de Libertad Condicional leí este post. Dió en el clavo.Ya había hecho esta lista mentalmente y entre lágrimas. Ya me había autoflagelado por no sentir lo que los libros me chivaron que iba a sentir o por no querer llevar a cabo lo que los pediatras famosos y las demás madres exigen constantemente con «ese» tonito malicioso.

mamaAsí que hoy paso de todo, me sumo a la bloggera valiente y confieso:

1. No tenía especial ilusión por verle la carita. Todos los libros, al llegar al 8º mes daban por hecho que tendría infinitas ganas de que naciera el bebé. Yo no. Sólo pensaba en las agujas, las vías, la sangre, el dolor y la incertidumbre.

2. Nunca esterilizo nada. Lo hice una vez y dios sabrá cuándo será la próxima.

3. A veces olvido cambiarle el pañal. Intento corregir esto porque me muero de pena cuando le quito el pañal y pesa más que ella.

4. No me cae bien Carlos González. El mundo de Yupi me da desconfianza y que todo lo pinte taaan bonito, taan fácil, taaan ideal y blabla, me cansa y me aburre. Los hijos son lo mejor del mundo pero no es el camino del arcoiris.

5. Le puse el chupe a la semana (Llegados a este punto Carlos González debe estar llevándose las manos a la cabeza).

6. Algunas veces y, bajo desesperación, le he cantado BOOOOOOOOMBA de king África y alguna de Azúcar Moreno para que dejara de llorar #mátamecamión

7. Le he limpiado la cara con el dedo gordo chupado. Esto juré y perjuré que nunca lo haría pero tengo que decir que cuando me descubrí haciéndolo me dí cuenta de que era madre.

8. No soy capaz de cortarle las uñas. Desde pequeña recorto fatal, es mi tarea pendiente en la vida. Recuerdo que pensaba que no iba a poder hijos porque no iba a ser capaz de cortarle bien las uñas. Hija si tengo pero las uñas son tarea del padre.

9. Cuando apenas tenía un mes, me fui al cine con el papá y no lloré.

10. Y…me uno al paredón de fusilamiento con @angulita. No me gusta dar la teta.

Sin embargo, me paso horas cantándole, jugando con ella, hablándole y dándole besitos. La hora del baño es nuestro gran momento y digo la hora porque suele durar eso mismo: espumita, chapoteos y un buen masaje. Nos dan las tantas entre sábanas los tres acurrucados. Aunque sólo tiene dos meses, no le faltan los cuentos, las canciones y los vídeos de dibujitos. Quizá no soy una mamá Zen, quizá no soy una mamá modelo pero, y a pesar de mis confesiones, ¡soy una madraza!

Espero que os suméis a las confesiones. Desahogo total 🙂

Feliz dia!

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La maternidad o cómo pasamos de Mujer a Tarántula

Y no, precisamente, porque nos convirtamos en superwoman (que sí). Durante las primeras semanas, una va notando el cambio: menos humana, más tarántula.

DeMujerATarantula

– Los pelos de las piernas comienzan a crecer y a crecer. Una, que no ha tenido tiempo real para agachar la vista y ver aquello, sufre un ataque de personalidad cuando se encuentra esa maraña que le impide reconocer que detrás de la Selva Negra, están lo que una vez fueron sus piernas.

– Lo de los ocho brazos no tiene misterio alguno. De repente tendrás el superpoder de pelar una gamba con una mano, mover el cochecito para que la fierecilla se calme, mojar la gambita en mayonesa, rascarte la nuca y sin dejar de mover el cochecito, limpiarte los pelos que con tanto rascoteo te los has pringado de salsa blancuzca a lo Algo Pasa con Mary.

– Los ocho ojos. Sí, las tarántulas tienen ocho ojos. Ya, yo tampoco lo sabía y esto sí que es un superpoder. Ahora entenderás cómo tu madre sabía que habías metido el dedo en el pastel ¡si estaba de espalda! Desde cualquier ángulo serás capaz de ver que a la fiera, le resbala un poco de leche por la barbilla, que el padre se ha dejado la luz encendida de la cocina, ups y la del baño, ¡y la de la habitación! (esto es verídico), que junto al sofá hay pelusas para parar el hipo de toda una vida, que el bote de leche está bajo mínimos y que no puedes creer, de nuevo, que esos pelos que asoman entre el calcetín y el pantalón sean tuyos.

– Devoradora de Hombres. Vale, esto no sé si era la tarántula, la mantis religiosa o las dos. Pero si no tengo tiempo a darme cuenta de las lianas que tengo en las piernas, mucho menos para buscar en la wikipedia. El caso es que existirán esos días en los que te comerías al padre de la criatura y no precisamente a besos. A las siete de la tarde, sin haber podido pasar por la ducha, con la espalda destrozada, un overbooking de pelusas en el salón, las ojeras a lo oso panda, un blog patas arriba y el pelo pringoso de mayonesa, llegará él y sólo querrás vengarte y devorarlo (hormonas on fire!).

#québonitoessermamá

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5 cosas que una no sabe cuando aparecen las dos rayitas

Cada vez que un predictor nos deleita (o nos asusta) con sus dos rayitas, una mujer cambia. Esté en la parte del mundo que esté, sea de la condición social o económica que sea, esa mujer cambia. Ya no volverá a ser la misma, una lentejilla crece en su interior y seguirá creciendo hasta convertirse en algo más parecido a un melón. Entonces serás la protagonista. Todos querrán refregarte sus cupones y loterías por la panza, tu teléfono sonará más para preguntarte qué tal (y menos para pedirte favores o dinero), desenvolverás regalos aunque no sea Navidad ni tu cumple, algunos te cederán el asiento en el bus, muchas desconocidas te sonreirán por la calle y te preguntarán el sexo del bebé y su nombre a cada paso.

Pero todo no va a ser cruzar el arcoiris. Hay unas cuantas cosillas en la sombra que nadie te cuenta. Realidades que «sufrirás», cosas que desaparecerán de tu vida durante esas cuarenta semanas y otras que, muy a tu pesar, llegarán para quedarse y acompañarte durante este largo y desconocido camino. Toma nota que le damos al play.

1. Verrugas

No arrugues la nariz con cara de extrañada porque esto es una realidad como una catedral de grande. El por qué salen no lo sé y mi matrón tampoco lo sabía pero «lo he sufrío en mis carnes». De repente algo crecía en mi cuerpo, empezó siendo muy pequeñito, con el tiempo creció y creció hasta hacerse molesto y no era la bebota, era una verruga en mi espalda. Una albondiguilla chica repugnante. No quería ir de primeriza histérica a preguntarle al matrón porque me parecía ridículo que tuviera relación con el embarazo. Así que asistí a la consulta calladita como las niñas buenas. Al levantarme la camiseta para pringarme la barriga de gel pegajoso, el matrón vio una verruguilla que tengo de fábrica y me preguntó si era nueva. Le dije que no, que era de la familia y me explicó que era común en el embarazo que apareciera alguna, así que feliz e indignada a la vez le pude enseñar mi recién estrenada jorobilla.

2. Arigato a tu restaurante japonés preferido y ¡con Dios! al jamón

Si eres una moderna apasionada del sushi o una defensora de las tostaitas con jamón del bueno para empezar tus mañanas, esta va a ser una muy mala noticia. Cuarenta semanas sin probar ni mijita, se dice rápido pero se pasa leeeeeento. Para las que reniegan de pasar nueve meses sin estos manjares que la vida nos ofrece, he aquí un plan B.

Sushi pre-mamá: olvídate del pescado crudo y pide (o aprende a hacer) sushi de gambas cocidas, salmón ahumado, verduras, bacalao o tortilla francesa. Además siempre hay alguna cosilla que puedes comer en tu restaurante japo preferido como la ensalada sunomono o un platazo de tempura.

Jamón: el jamón es carne cruda (aunque curada) y esa es la razón para que los médicos lo prohíban, no es por simple mala leche. Mi matrón me dio un truqui para superar el mono de jamón, congelarlo durante dos días antes de consumirlo.

3. Gases en modo on

Los bebotes creciditos se acomodan en la panza tumbados con sus manos en la cabeza en plan playero y nos dejan los órganos, vísceras y to lo que haya por ahí dentro descolocado, desordenado y arrinconado a saber dónde. Esto hace que puedas sentir algunas incomodidades como los gases provocados por ejemplo por la presión del estómago por el aumento del útero. Así que no te asustes si a tu paso te acompaña una orquesta gaseosa, tan refinada que eras y mira ahora…Ga(s)jes del oficio.

4. Complejo de Concha Velasco

De repente un día estornudas, toses o sueltas una carcajada y todo ello no pasa sólo, se agarra de la mano de un pequeño chorrito de pis que, por suerte (esperemos), retiene tu salvaslip antes provocar males mayores. La primera vez que te pasa, te alarmas, te asustas y miras alrededor avergonzada como si alguien pudiera adivinar lo que ha tenido lugar más abajo de tu ombligo. Tranquila, no estás sola. Todas somos Concha.

5.  Bipolaridad

No te aguantarás ni tú misma. Las decisiones cambian por arte de magia a cada segundo. Desde el camino que quieres tomar para dar un paseo, la decisión si llevar el móvil o no, la ropa que quieres ponerte y hasta si de verdad quieres dar ese paseo. Al final acabas poniéndote el pijama y refunfuñando en el sofá porque no sabes que haces repanchingada si lo que tienes ganas es de ir a dar ese paseo.  Una locura completa. Para mí fue una angustia brutal elegir el estampado de las cortinas de la habitación de la bebota. Se conviritió en una decisión vital, de una importancia extrema que me provocaba dolor de cabeza e iba posponiendo durante días. El IKEA se convirtió en una pesadilla viviente y acabé delegando en el papá gran parte de las decisiones, protestando (por supuesto) cada vez que me daba la gana

La que avisa no es traidora. Buen viaje, compañera!!

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